martes, 25 de noviembre de 2014

"La constancia y el talento, antes o después, despuntan"

 Koldo Serra / Director de cine
   Uriel Gartzia

Nunca pensé que fuera a ser tan fácil. Hace poco acudí a una masterclass impartida por Koldo Serra en la UPV/EHU, y en la que quedé sorprendido por su sencillez y honestidad. Cuando uno imagina a un personaje que ha rodado en 16 mm siendo un renacuajo, que ha dirigido cortos que han recibido innumerables premios y que ha llevado bajo su batuta a gente de la talla de Gary Oldman, Paddy Considine, Mariví Bilbao, Virgine Ledoyen, Aitana Sánchez-Gijón, Lluis Homar o Álex Angulo, no visualiza a un tipo tan llano como el desierto de las Bardenas. La charla duró una hora y media y, frente a mis nervios iniciales, acabé sintiéndome en pijama y con zapatillas de casa.


P: Una de las cosas que más me llamó la atención en su masterclass fue la correspondencia entre storyboard y el resultante visual de sus películas. ¿Cómo lo consigue?

R: Yo creo que ayuda mucho el haber dibujado cómics. Yo siempre he comparado el mundo del cómic con el mundo audiovisual, en el sentido de que los dos cuentan historias a través de un lenguaje secuenciado y articuladas en plano. Cuando tú te sientas frente a una página en blanco, tienes que narrar. Por otro lado, la parte más divertida de la parte creativa audiovisual es la de pensar lo que quiero contar y, sobre todo, cómo lo quiero contar. Me estrujo bastante la cabeza en cuanto a las planificaciones, me vuelvo loco diseñando las secuencias, desglosándolas en planos... Entonces cuando llego al paso de dibujar el storyboard tengo muy claro lo que quiero contar. Ayuda a visualizar si lo que estás trabajando funciona o no, pues muchas veces te das cuenta de que un plano y el siguiente no montan. Es cierto que el storyboard de “Bosque de sombras” o el de “El tren de la bruja” son alucinantes, pues se parecen mucho al resultado. También suelo trabajar el uso de las ópticas, el enfoque, si quiero ópticas largas o un teleobjetivo...La verdad es que últimamente dibujo poco y gracias a los storys me mantengo activo en este sentido. De todas formas, debe de ser una guía, en ningún caso debe de ser un dogma en el que nunca se pueda tocar nada, pues muchas veces el espacio para rodar no es como lo imaginas. Al final es un proceso orgánico y muchas veces el imaginario no coincide con el set.



P: ¿Cómo tomó la decisión de contar historias a través de una cámara?

R: A mí me pilló una década que nos ha marcado a muchos. Fue la década de los 80. Yo nací en el 75, por lo que vi “E.T.” en el cine en el 81, vi “El Imperio Contraataca”, vi “Indiana Jones y el Templo Maldito” en el 84, “Los Gonnies” la vi diez veces en el cine, “Predator”...Como niño todo esto me volvió loco mentalmente. Veía películas en las que todo lo que me gustaría haber hecho se podía hacer. Yo y mis amigos íbamos con las bicicletas a la Galea o a los bunkers a buscar pelotas de golf perdidas y terminábamos pensando que íbamos a encontrar un barco pirata. Todavía no era consciente de que había tanta gente detrás de una película o de que el cine era una profesión. Con el tiempo, siendo adolescente, me dí cuenta de que todo aquello parte de unas personas y de que hay un proceso creativo y artístico detrás. Esa inocencia es la que se pierde cuando haces cine, ya que al final estás viendo una película y estás pendiente de cómo la han hecho, cómo la han fotografiado, y por lo tanto, no estás emocionalmente implicado como cuando eres niño, que eres una esponja y muy permeable. Una película que me marcó en este sentido fue “Los intocables de Elliot Ness” de Brian de Palma, con esa escena de las escaleras que supone un guiño a “El Acorazado Potemkin”. Fue la primera vez que tomaba conciencia de que una película es algo premeditado y trabajado, donde nada es casualidad y en la que hay mucha gente detrás que la hace posible. En definitiva, fue más un proceso que algo que sucedió de un día para otro.

P: En los años 80, se juntaban los años de plomo de la ETA, una ciudad como Bilbao, gris, sobre industrializada y casi apocalíptica, en plena transición, el auge del punk y la heroína ...Debía de ser una locura.

R: Yo creo que a esa edad todavía no eres consciente de todo eso y que lo vas asimilando con el tiempo. Todo eso lo paliaba yendo al cine con mi abuela a ver Terminator y ese tipo de cosas. Antiguamente existía la “sesión continua” en la que podías ver la película las veces que quisieras mientras no salieses del cine. Entonces a mi me soltaban ahí y en una tarde me pude ver “Los Goonies” tres veces seguidas. Mi madre me soltó a las 16:00 de la tarde y me recogió a las 21:00. Esto ahora es inviable pero en aquella época se podía hacer. La evasión a todo esto que cuentas va por ahí. Has dicho una cosa clave hablando de aquel Bilbao, porque ahora sí recuerdo una película que me marcó profundamente, sobre todo en el sentido de decir: ésto (del cine) se puede hacer, y se puede hacer aquí. Fue “Acción Mutante”. Recuerdo perfectamente el día que fui a verla al cine y entendí que esa película se había rodado aquí, dirigida por un tío de aquí, que tiene naves espaciales, que es una película postapocalíptica, una distopía futurista al estilo Blade Runner, con humo en las calles, con humedad, con lluvia, con una estética sucia...y resulta que se ha hecho aquí. Pues si se ha podido hacer ésto en Bilbao, ¡¿porqué no vamos a poder nosotros?! Yo creo que ésto nos motivó a una generación entera.

P: En tu primer largometraje, “Bosque de Sombras”, sorprende la ausencia de florituras visuales y narrativas, sobre todo siendo tu primera película.

R: Mi apuesta era ser muy distante emocionalmente hablando, muy distante formalmente, cámara lejos, ópticas abiertas... En esencia, quería hacer una película en la que el espectador entrara o no, pero lo hiciera sin mucha manipulación por mi parte... una especie de traición a lo comercial... Entiendo que entre otras muchas cosas, esto ayudó a que la película no funcionara como nos hubiera gustado a todos los implicados.

P: Y ¿cómo se gestiona ésto? Es decir, cuando haces una apuesta de esas magnitudes y te sale mal, ¿hay momentos en los que dudas?

R: Esto es una profesión. Cuando uno empieza cree en el romanticismo, pero al final te das cuenta de que es una profesión en la que se juega con mucho dinero y con mucha gente, y que el cine, en su sentido más artístico, no le interesa a todo el mundo. Cuando hago TV asumo donde estoy y trato de hacer la TV que me piden, pero también la que a mí me gustaría ver. En los proyectos más personales trato, hasta donde se pueda llegar, de mantenerme firme en mis convicciones de tipo narrativas o de lo que sea. Evidéntemente, cada proyecto tiene su historia. Por ejemplo, Gernika, que es la película en la que estamos trabajando ahora, es un trabajo que sí va a tratar de llegar a mucha más gente, formalmente hablando. Es una película en la que habrá mucha más música que en “Bosque de Sombras”, pero sencíllamente porque es un proyecto distinto, que cuenta cosas distintas, que va a tratar de llegar a más gente y que cuesta mucho dinero como para ponerme exquisito, quizás en contra del propio proyecto. En “Bosque de Sombras”, lo más goloso hubiese sido que la fotografía fuese súper estética, pero en mi opinión, eso hubiese ido en contra de lo que yo estaba contando. Yo quería que la foto fuese muy realista, que la estética fuese muy realista, no como en documental ni mucho menos, pero respetando profundamente el entorno. Si las paredes eran encaladas, eran encaladas. Igual eran más bonitas en color madera y con humedades, pero no pegaba. Tim Burton mola para lo que mola. Por eso creo que cada proyecto tiene su historia. Mientras uno sea coherente con lo que está contando, cada uno gestiona esas traiciones como puede. Si tu vas a hacer un proyecto súper intimista y súper personal, jugarás con un presupuesto mucho más pequeño porque la apuesta es muy arriesgada. Por otro lado, cuando ruedas cosas de mayor envergadura, debes de adaptarte a lo que estás contando pero sin traicionar. Por ejemplo, Gernika va a ser 100% Koldo Serra. Evidentemente, es un proyecto que es un encargo y, por lo tanto, puede que la técnica narrativa difiera mucho de “Bosque de Sombras”, pero porque son proyectos diferentes y tienen un tono muy diferente. También te digo, que en ningún momento va a haber ninguna traición, porque para eso también hago TV. Si yo hago “El Don de Alba” o “La Fuga” ya sé donde estoy, y pese a eso, intento hacer que sea Koldo Serra. Que cada capítulo de “La Fuga” que he dirigido sea diferente a los demás, ni mejor ni peor, pero por lo menos que tenga mi sello. Que tenga siete, ocho o diez secuencias con las que he quedado súper contento porque las he narrado como yo quería, dentro de los tiempos de rodaje que tiene la TV. Yo siempre digo que a mí nunca me ha interesado ir a Los Ángeles, porque no me interesa rodar una película en la que no voy a tener ningún
grado de participación. Pasa mucho con directores coreanos o europeos que tienen personalidad. Se los llevan a Hollywood donde ruedan una película de estudio en la que su personalidad brilla por su ausencia. Entonces, si al final tenemos que hacer películas más pequeñas, con presupuestos más pequeños y de distribución más pequeña, pero siendo coherentes con lo que somos, que así sea. De todas formas, creo que no hay que olvidar que esto es un trabajo y que si nos apasiona contar historias, tal vez hay que contar algunas historias más aptas para el público general, y otras, más para uno mismo.

P: Este fin de semana pasado, trabajé por primera vez en el rodaje de un anuncio publicitario. Lo que más me gustó fue trabajar en un proyecto de cierta envergadura, con una Red One y dos Scarlet... Fue brutal poder visualizar toda la estructura del rodaje, ver todo aquello que no se ve en pantalla.

R: Es ahí donde comienzas una nueva fase. Antes te lo comentaba. Cuanto más experiencia tienes en este mundo, cuanto más trabajas y más metido estás, menos magia vas a sentir como espectador. Uno ve todos los mecanismos emocionales para que una secuencia funcione, los mecanismos para asustar al espectador, y al final, estás más pendiente de eso que de otra cosa. Pero y aunque suene a contradicción, yo soy de los que todavía me fascino con el poder de los making off. Todavía me convierto en niño cuando veo un making off, donde veo como ruedan las cosas y, posteriormente, la imagen resultante. Por mucho que me dedique a ésto, que haga cosas parecidas o efectos especiales, aún me fascina el poder de la imagen resultante

. Todavía, esas cosas me encantan y creo en esa magia. La que no tengo como espectador viendo las películas y la que mantengo viendo el proceso y, sobretodo, el efecto resultante del mismo, que todavía me fascina.

P: ¿Qué es más importante para abrirte un hueco? ¿Un apellido o el talento?

R: Es como todo. Supongo que el apellidarse Pantoja ayudará a que te paguen 3.000 euros por pinchar en un bolo, y sin embargo, un dj que lleva tres años pinchando en Bilbao lo tiene más complicado. Evidentemente, es así de mierda todo. En la sociedad en general, un apellido o un nombre te abre puertas que no te abre la experiencia.

P: Sobre todo en España, ¿no? ¿Tú qué crees?

R: Sí. Pero también te digo que la constancia y el talento, antes o después, despuntan. Igual el proceso es más largo, pero creo que si uno tiene constancia, trabaja y es bueno...Al final, está profesión tiene muchas cosas malas, pero también algo bueno. Si tu trabajo es bueno, te vuelven a llamar. Si tú curras con alguien, y esa persona te funciona, lo da todo y se deja la piel, yo vuelvo a currar con él. Lo mismo pasa conmigo. Yo, cuando hago una publicidad con una agencia y me he dejado las pestañas, aunque la hallamos hecho por tres euros, siempre me vuelven a llamar. Es cierto que muchas veces llaman al que tiene más nombre, aunque luego no se implique nada, pero sigo pensando que el trabajo siempre se agradece. Igual ese proceso es más costoso, pero al final sí se puede. Hay que hacer, hacer y hacer hasta que al final no te haga falta andar mendigando. Te llamarán porque saben que tu curro es bueno.

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