Asier Abio es un tipo difícil de presentar. Se trata de una persona que
buscó, giró, siguió buscando, volvió a girar. Se tropezó mil veces y se levantó
dos mil, y con 29 años se dio cuenta de algo: quería contar historias a través
de una cámara.
Algo hace click en el interior de una persona cuando, por primera
vez, experimenta una emoción que resulta decisiva y que se traduce en un
compromiso, en una elección. “Ver en carne y hueso, delante de tus morros, a
dos personas haciendo lo que tu has imaginado, poder corregirles y que sea
igual a lo que tu has imaginado. Esa sensación fue y sigue siendo mágica, la
hostia...”, cuenta Abio, tratando de explicarlo. Hay quien dice que hacer cine
es para apasionad@s, y es que los ojos de Asier revientan de pasión.
“Se pueden vivir muchas vidas, no hay límites como en la vida real
y eso es maravilloso”, responde el mungiarra acerca de su identidad como
cineasta. Y es que, a lo largo de su intensa carrera ya ha coqueteado con
géneros tan dispares como el documental, el gore, el videoclip o la videocreación. Él, compartiendo y haciendo suya una cita de
Enrique Urbizu, sitúa el séptimo arte sobre un mapa muy especial: “Mi patria es
el cine. En este maravilloso lugar no hay límites ni fronteras, y en cambio
tenemos mucho por explorar, descubrir y aprender. Mucho por disfrutar y hacer
disfrutar”, sentencia.
Precisamente, hoy en día existen más opciones que nunca para
disfrutar el cine, bien como consumidor, bien como productor. No obstante,
resulta confuso entender si esto es positivo o negativo para un sector que se
encuentra en transformación. Es cierto que Internet hace más accesible, tanto
la producción, como el visionado de películas pero también provoca que las
personas estén, cada vez, menos dispuestas a pagar. “El Cine sobrevivirá. Hoy
en día consumimos más audiovisual que nunca en la historia de la humanidad,
solo cambian los soportes” opina Asier, optimista.
En cuanto a la producción, el cineasta adivina un futuro cercano
“más inquietante y preocupante”, pues muchas productoras se ven abocadas al cierre.
El paisaje resultante podría resultar polarizado: productoras gigantes y
productoras enanas; David contra Goliat. La realidad es que producir cine es
muy caro y cada vez se recauda menos, por lo que conceptos como producción y
distribución están condenados a reinventarse. “No sé qué es lo que va a pasar.
Imagino proyectos más baratos, más cortometrajes, más vídeos virales, o nuevos
formatos que se seguirán haciendo y viendo en teléfonos, ordenadores o lo nuevo
que venga”, intuye.
Lo que está claro es que Asier Abio seguirá alimentando sus
fantasías y sus miserias. Lo que está claro es que ha escogido transitar
caminos desconocidos e imprevisibles a través de su objetivo. Lo que está
claro, es que en el interior de Asier algo hizo clic.
* Entrevista íntegra
* Entrevista íntegra
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